
Sevilla Historia

La ciudad de Sevilla tuvo sus comienzos cuando los turdetanos, pueblo Íbero heredero de Tartesos, fundan en el siglo VIII a.C. un pequeño poblado a orillas del Guadalquivir al que llaman Ispal.
Los habitantes de este territorio desarrollaron un activo comercio que atrajo a viajeros de muy distinta procedencia, en su mayoría, griegos, fenicios y cartagineses. La pequeña ciudad sería arrasada en el siglo II a.C. por los cartagineses y no sería reconstruida hasta la llegada de los romanos. En torno al año 216 a.C., los ejércitos cartagineses se apoderan de la ciudad. La rivalidad de éstos con los romanos durante la Segunda Guerra Púnica haría que la Bética cayera en poder del pueblo romano a partir del año 206. a.C., tras su victoria en la batalla de Ilipa.
Los romanos bautizaron entonces a la ciudad con el nombre de Híspalis, comenzando a ser reconstruida, y dando lugar al primer asentamiento romano en la península Ibérica y que hoy puede ser visitado: Itálica. En el año 49 a.c., Híspalis comienza a crecer y a considerarse una de las principales ciudades de la Bética, ya que Julio César la dota de una fortificación amurallada y le concede el estatuto de colonia romana.
A pesar de Itálica, fue subiendo en importancia hasta llegar a ser reconocida por Roma como la primera ciudad de la España de entonces. Concluye el periodo romano y el cristianismo llega a extenderse por toda Hispania. Cabe destacar a las mártires sevillanas Santa Justa y Rufina, que murieron martirizadas por negarse a adorar a un ídolo. Con la crisis del Imperio Romano en el siglo V, llegan las invasiones de los pueblos germánicos. Corría el año 411 y los vándalos se apoderaron de la Bética y también de Híspalis en el 426. No abandonarían la región hasta el llegado el año 429. La ciudad consigue recuperarse de estas invasiones, hasta que a mediados del siglo VI llegan los visigodos. Su nombre fue a partir de entonces Spali.
Otra figura a destacar en esta Sevilla medieval, protagonista de numerosas leyendas de la ciudad, el rey Pedro I de Castilla, conocido por unos como "El Justiciero" y por otros "El Cruel". Vivió en Sevilla, a la que hizo su ciudad. Corre el año 1401 y el cabildo de la Catedral de Sevilla acuerda la construcción de la Catedral. Es el hito religioso de la historia de la ciudad. "Hagamos un templo tal que las generaciones venideras nos tomen por locos": la Catedral de Sevilla se convierte en el templo gótico más grande del mundo y el tercero en extensión de toda la Cristiandad. En el siglo XV con la toma del Reino de Granada, se culmina la conquista cristiana en todo el territorio peninsular. Sevilla se convierte en sede de la Santa Inquisición. Son numerosos los rastros de la mismas que aún día persisten en la ciudad.
El terremoto de Lisboa fue la mayor de las calamidades públicas que tuvo lugar en la Sevilla del siglo XVIII. Sacudió la ciudad el 1 de noviembre de 1755. Casas, monumentos civiles y religiosos del antiguo reino de Sevilla quedaron arruinados o necesitados de urgente reparación. Aún así, el Cabildo Catedralicio y la religiosidad popular atribuyeron a la protección de la Virgen el que no se hubieran producido desgracias personales. Por ello, se levantó en agradecimiento un "Triunfo" mariano en la Plaza que hoy lleva ese nombre. El siglo XIX no comenzaría en muy buenas circunstancias para la ciudad. En 1800 una epidemia de fiebre amarilla se extendió por toda Sevilla, acabando con un tercio de su población en el breve periodo de sólo cuatro meses. La invasión Francesa, años después, se apoderaba de Sevilla. Los sevillanos se destacaron por sus sentimientos antinapoleónicos.
El periodo republicano 1931-1936, trajo una esperanza de desarrollo social balo un régimen democrático, finalmente malogrado por la intensidad de los enfrentamientos políticos y sociales. Sevilla jugaría posteriormente un papel fundamental en el estallido de la Guerra Civil. Su gestación se produjo en Sevilla desde febrero de 1936, liderado por el general Gonzalo Queipo de Llano. Durante la contienda, Sevilla se convirtió en una ciudad de retaguardia, sufriendo las duras consecuencias de una represión política y contribuyendo, como base operativa y centro de suministros al éxito del bando nacional
La celebración de la Exposición Universal de Sevilla 1992 ha constituido el acontecimiento más significativo del presente histórico de Sevilla. Para tal evento, la ciudad acometió un ambicioso plan de transformación y modernización de sus infraestructuras urbanas. Consciente de la llegada del nuevo siglo, la ciudad se ha visto obligada a enfrentarse de nuevo al reto de modernizar su actual diseño urbanístico con el fin de adaptarlo a las necesidades que plantea la Sevilla de los próximos años.
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